Querido Papá Noel!
Para esta navidad quiero que me traigas un Iphone 4 con nextel, 3 pares de Manolo´s y un novio que sepa cocinar, usar un taladro y tocar canciones bonitas en la guitarra.

Frases ortibantes que le encanta decir a esta maestra ciruela.




¿Qué parte no entendés?
Mirame cuando te hablo.
¿Vos me ves reír?
No sé para qué me gasto en hablar.
Ahhhh sí: ¿cómo cuales?
Vamos a hacer de cuenta que acá no pasó nada.

La foto me la chorié de acá

El deseo gira en forma paralela

No es lo mismo soñar que desear
No es igual desear que añorar. Añorar que extrañar.
Pareciera que se añora lo perdido y se extraña aquello sobre lo que se tiene algún poder de potestad.
Se sueña lo imposible o lo poco probable y se desea lo factible.
Se desea lo amado.

transformista


De las cosas que amo de no tener auto es andar todo el día en taxis. De acá pallá. Con amiga, con mi perra, sola. El taxi tiene otro encanto, y cada vez que me subo me dan ganas de inventarme una vida. Madre colapsada. Escribana chetísima. Novia abandonada. Preocupada por el 82% móvil. Menemista. Ama de casa. Inspectora del ministerio de trabajo.
Lo bueno es que las distancias casi siempre son inferiores a $10 y mantengo el papel a morir.

Mi niña


Por momentos soy tan traslúcida. Y por otros tan opaca. Ni un solo rayo me traspasa. Me aburre la espera, no encuentro la grieta para entrar en vos. Y el hastío me lleva a desesperar, como si tuviera tiempo y ganas para malgastar.
Y sigo siendo la misma guerrera que no tiene miedo, pero está caída y cansada.
Tanto pecho abierto al cielo se llenó de niebla. Tanto añorar el mar, hasta que un buen día se te hace piel. Y las cosquillas no te hacen reír, y los planes se vuelven sueños y dejás de dormir, porque tenés miedo de hacerlo sola. Porque te sentís extremadamente desprotegida.
Por que aunque seas una amazona, te encanta que te rasquen la espalda.

comestible



Mis hombros huelen a coco de Brasil
El pelo a chocolate de Bélgica
La ropa a vainilla de Madagascar
Y los labios a menta de Mojito.

imagen

Shh


No me importa la distancia si me hace sentir así. Qué me importa haber fracasado mil veces si pienso que tal vez algún día te tengo. No me importa pensar en volar. A quién le importa que yo deje todo de un buen día para el otro. No me importa no tener auto, porque mis piernas son más ágiles que el atasco de la mañana. No me importa la calle mientras voy con el pelo recién salido de la ducha. No me importa que no estés, porque tengo la intuición de que cuando estemos juntos va a ser como sumergirse en el mar. Como rodar en arena tibia. Como sentir tu respiración en la noche. No me importa ser todo intuición y mitad racional.
Ni siquiera me importa mucho lo que vos sientas. Porque lo válido acá es tener la capacidad de abrir el pecho a otro, de mostrarle el corazón y poder decirle: Acá estoy, valiente y tuya.
Porque a la realista la miro como en un afiche de hospital. Me coloco el índice en la boca y la hago callar.


Demasiado bueno para ser real. Demasiado un ramo de fresias que perfuman mi oficina que compre mientras venía camino a trabajar. Demasiado bien se portó mi perra que salió sin correa, y solo mordió a dos viejas en el camino. Demasiado soleado para ser un martes de septiembre. Demasiado rico el vino de anoche. Demasiado buena la charla con un gran amigo. Demasiado lindo abrir el bar para cocinar para dos personas un lunes a la noche. Demasiados langostinos salteados. Demasiado bueno para este SPM. Demasiado.


Así vamos como dos niños adictos al juego de la mancha. Si corro te alcanzo y te llevo conmigo. Tratando de escapar de la marca que no podemos dejar. Tantos años de correrías nos deberían haber enseñado algo. Alguna regla de este juego. Deberíamos haber entendido que el tablero solo lo delimita nuestra imaginación. Que las fichas nos mueven a nosotros y que las reglas mutan constantemente.
-Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, te dije esa tarde. Más por Juan Rulfo, que cuando regresa, se encuentra una ciudad de muertos. Sin embargo ahí vamos, buscando nuestra Comala en lugares efímeros. Desafiando el juego y la historia. En una cama que solo puede ser producto de un sueño. En una hamaca turquesa. En una copa de vino. En el Metro. En tus brazos.
Buscándonos en cada rincón donde nos encuentre la marca del otro. Dejándonos manchar.

El eterno retorno


Pensaba en cuanto tiene la vida de ciclos. De idas y vueltas. De retornos.
Hace un tiempo que pienso bastante en el karma. Como en una serie que veía en España (mi nombre es Earl). El protagonista hacía una lista de todos los errores de su vida, buscaba a cada persona y revertía el daño. Es una buena filosofía, tratar de solucionar las cosas mientras estemos acá.
Últimamente hay bastante de eso en mi vida.
Muchas personas del pasado me vienen a saldar deudas, aún cuando ya estaban prescriptas. Es curioso lo que dejamos en los demás. Dolores, risas, sabores, cosas que otros han estado paseando durante demasiados años, y de un día para el otro, zass!
Esta semana estuvo llena de eso, de viajes al pasado, de mucha máquina del tiempo. Se han cerrado muchísimas heridas, se han pagado varias deudas.
Ahora tendré que empezar mi propia lista.

Amores que matan


La vigilia y el sueño pocas veces se tocan, pero cuando juegan y se rozan, como nuestros pies en la mitad de la noche, la calma avanza cargada de paz.

Me miro en cada superficie reflectante de la calle para constatar que la sonrisa es indeleble. Ahí está. Llena de palabras. Cada palabra trae hasta mí un recuerdo. Desencarna lo que durante demasiados años se me estancó en la mitad del pecho. Las dudas se te atragantan como espinas, y no hay pan, ni madre que te salve.

Cuando una pequeña certeza se te desnuda, el trago pasa, envuelto en nubes. Se desliza por la traquea, ronronea por el esternón y desaparece.

Tanta nube, tanto zonda, tantas calles anónimas. Un pueblo lleno de colores nos está esperando. Agarrame la mano, trencemos los dedos, que a la cuenta de tres vamos a saltar.



Pienso en cuánto tiempo hace que no cocino con ganas. Ganas certeras.
Cuánto hace que no me dejo ir en una cocina con ganas de enamorar. Mezclar cada ingrediente como si se me fuera la vida ahí. Pensar en aromas y sabores. Porque claro está que conozco y manejo cada especie e intuyo el poder de cada hierba. Algo tan natural para mí. Tan acostumbrada a predecir gestos y sentimientos. Con sólo meter la mano y revolver en un mercado. Sin embargo cada vez que abro mi heladera me da nostalgia. Extraño la bacanal, el festín espontáneo y apurado. Cocinar como forma de abrirse el pecho. Allí, mi reino.
¿Cuántos obreros he de meter en casa para reconstruir mi esencia?


Hablando hoy con un amigo me contó que los árabes cuando te quieren mandar la peor, la más infranqueable y tremenda de todas las maldiciones te espetan un:- Ojalá que te enamores! Está claro que me quedé rumiando. Tamaña maldición.

y


Desde diciembre que mi hermano me había regalado el disco de Bebe. Lo tenía perdido en medio de este lío de vida nueva y proyecto y empresa y más lío. Cuando me decidí a hacer un poco de orden apareció como un regalo maravillo y puente hasta mi alma.
Desde que lo puse por primera vez lo debo haber escuchado unas diez veces seguidas.
En cada canción me descubro renaciendo y abriendome a la vida. Excelente compañía.

El disco empieza con un lamento exquisito:

"He estao durmiendo a dos metros bajo tierra
y ahora he decidido dormir sobre la tierra
he pasado tanto tiempo lamentando lo que no entendía
que ahora prefiero que me den las claras del día
he pasado tanto tiempo lamentando lo que no entendía
que ahora prefiero que me den las claras del día."

Sanar


A veces uno sueña con eso. Volver. Volver a ciertos lugares, a olores, perfumes, sabores. Volver a caminar por algunas calles. Volver a dar un beso en el semáforo exacto. Mirarnos y reír, como antes, como nunca.

Pensar. Revertir la poca virginidad de la mente y la memoria.

Como se hace para volver a creer y sentir como si nunca nos hubiesen destrozado. De qué esta hecha la certeza tan inmensa que nos arranca y nos tienta a creer. A creer que el amor puede ser una realidad entre tanta espantosa tormenta.

Me pregunto si el alma sana. ¿Acaso los besos nuevos son los que pueden cicatrizar y remover tanta costra? Quizás alcance con la risa, el café de la mañana y los domingos en la cama.

Sanará para volver a romperse. ¿O, de alguna buena vez, sanará para seguir sanando?

Aquí están mis credenciales.


Hoy es un día de esos en los que te desperezás solo.
La cama es inabarcable y sólo pensás en una cosa:

en que alguien te rasque la espalda.

Murakami, mi amor


He vuelto, después de tanto tiempo.

En las vacaciones cortas me devoré Sputnik, mi amor. Hay cosas tan simples que nunca se dicen. El libro es una gran recopilación de eso.

Desentrañar algo tan simple como la verdad. Eso mismo, disparar y acto seguido sangrar.


"Hace tiempo, cuando se estrenó Grupo salvaje, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa una periodista alzó la mano y preguntó en tono inquisitivo: «¿Qué necesidad creen que hay de mostrar tanta sangre?». Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejo: «Pero, señora, es que, cuando te disparan, sangras». La pelicula se filmó en plena epoca de la guerra de Vietnam.Me gusta esa frase. Posiblemente sea uno de los principios basicos de la realidad. Aceptar las cosas dificiles de desentrañar como cosas dificiles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar."

Es que, cuando te disparan, sangras.

Así me siento.