El eterno retorno


Pensaba en cuanto tiene la vida de ciclos. De idas y vueltas. De retornos.
Hace un tiempo que pienso bastante en el karma. Como en una serie que veía en España (mi nombre es Earl). El protagonista hacía una lista de todos los errores de su vida, buscaba a cada persona y revertía el daño. Es una buena filosofía, tratar de solucionar las cosas mientras estemos acá.
Últimamente hay bastante de eso en mi vida.
Muchas personas del pasado me vienen a saldar deudas, aún cuando ya estaban prescriptas. Es curioso lo que dejamos en los demás. Dolores, risas, sabores, cosas que otros han estado paseando durante demasiados años, y de un día para el otro, zass!
Esta semana estuvo llena de eso, de viajes al pasado, de mucha máquina del tiempo. Se han cerrado muchísimas heridas, se han pagado varias deudas.
Ahora tendré que empezar mi propia lista.

Amores que matan


La vigilia y el sueño pocas veces se tocan, pero cuando juegan y se rozan, como nuestros pies en la mitad de la noche, la calma avanza cargada de paz.

Me miro en cada superficie reflectante de la calle para constatar que la sonrisa es indeleble. Ahí está. Llena de palabras. Cada palabra trae hasta mí un recuerdo. Desencarna lo que durante demasiados años se me estancó en la mitad del pecho. Las dudas se te atragantan como espinas, y no hay pan, ni madre que te salve.

Cuando una pequeña certeza se te desnuda, el trago pasa, envuelto en nubes. Se desliza por la traquea, ronronea por el esternón y desaparece.

Tanta nube, tanto zonda, tantas calles anónimas. Un pueblo lleno de colores nos está esperando. Agarrame la mano, trencemos los dedos, que a la cuenta de tres vamos a saltar.