Tremenda ironía

Hoy al salir del trabajo la vi. Estaba esperandome como un picho abandonado, de esos que ponen su mejor pose, inflan el pecho para que te derritas y los lleves a casa. Erguida y reluciente. Esplendorosa tabla de planchar. Si, si, de plaaanchar. Me dio pena, porque me miraba con ojos así. Minuciosamente examine su estado y estaba nueva, nueva de verdad. Y bueh, me la subí al cochecin y me la traje a nuestra casa bajamarina. Al llegar a casa le toqué el portero al Vene y el bajo a ver nuestra nueva adquisición, algo que jamás hubiesemos comprado.
Genial, además de la ultra pro plancha que tira chorros de vapor, calor, distingue telas, se limpia sola, entre otras cosas, ahora tenemos una super tabla para no planchar.
Si encuentro un vaporizador y un Vívere la palmo.

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